Murillo de Linares, Leonor IsabelDomínguez de Nuñez, María Isabeldn@ues.edu.sv2024-05-162024-05-161971-08https://hdl.handle.net/20.500.14492/28357Por muchos años, desde 1906 en que Darling descubrió la histoplasmosis, se pensó que ésta era una enfermedad rara y fatal. En 1945 en los Estado Unidos, se observó que la mayoría de los casos ocurrían en la región central-este, en donde también se hizo evidente una alta incidencia de individuos no tuberculosos con clasificaciones pulmonares detectadas por radiografía (Christie y Peterson, 1945). Notando que individuos de esta región reaccionaban frecuentemente a concentraciones relativamente altas de coccidiodina, aunque no tenían coccidiomicosis, Nelson y Furcolow (1940) sugirieron que las clasificaciones observadas, podían haber sido causadas por otros hongos y que la sensibilidad cutánea a la occidiodina podía ser el resultado de reacciones cruzadas a un antígeno común. Smith (1943), analizando la distribución geográfica de los casos fatales de histoplamosis, sugirió que H. capsulatum podía ser el organismo responsable. Para probar esta hipótesis, se realizaron encuestas en gran escala de pruebas cutáneas, usando histoplasmina, un antígeno soluble, preparado de filtrados de cultivos de la fase micelial de H. capsulatum. Esta sustancia cuando se inyecta introdermicamente en los casos positivos, da reacción retardada, como la reacción de la tuberculina.esAttribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 InternationalHipersensibilidadReactoresPruebasAntígenosFrecuencia de reactores positivos a histoplasmina paracoccidioidina y esporotricina en pacientes del Sanatorio Nacional Antituberculoso de El SalvadorThesis