Ribera, Ricardo2024-01-262024-01-262013-09-012309-687Xhttps://hdl.handle.net/20.500.14492/12098El artículo explora los aspectos del leninismo que mayor influencia han tenido en El Salvador desde los años setenta hasta la actualidad. Se revisa en especial la teoría leninista de partido, pero también el tema de la conciencia de clase, la combinación de política de masas y lucha clandestina, y la política de alianzas. Se afirma que en El Salvador “el último leninista” fue Marcial. Se sostiene que la lectura ortodoxa (estalinista) del leninismo no convenía a las circunstancias de la lucha en el país, que resultó contraproducente y degeneró en la conducta criminal de “los hechos de abril de 1983”, que casi hacen descarrilar el proceso de revolución salvadoreña. El propio Lenin probablemente se hubiera apartado de la aplicación mecánica e inflexible de sus postulados, abierto como era a la elaboración creativa en función de la nueva situación. El principio de “pensar con cabeza propia” se impuso, recuperando el verdadero “leninismo de Lenin”. Predominaron las posiciones favorables a mantener y desarrollar la unidad del FMLN, concebido como la vanguardia revolucionaria. Se acertó a combinar las distintas formas de lucha, incluida la política de diálogonegociación. Hubo la audacia de incursionar en lo nuevo, de “inventar el futuro”, como el desenlace negociado del conflicto. Muy claramente a partir del Acuerdo de Paz y de la conquista de la democracia, resulta más fecundo para el proceso salvadoreño el pensamiento y categorías de Gramsci. De ellas se ofrece un resumen y alguna aplicación apropiada para los actuales retos y desafíos históricos.es-SVProceso históricorevoluciónvanguardialeninismogramscihegemoníaguerra de posiciones33082920Lenin y Gramsci en El SalvadorArticle