Implicaciones del Cambio Demográfico de El Salvador en el Mercado de Trabajo en el Largo Plazo

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2013-02-01

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El objetivo principal de esta investigación es identificar las implicaciones del cambio en la estructura poblacional de El Salvador en el mercado de trabajo en el largo plazo, para ello, la investigación se ha desarrollado de acuerdo a las pautas del método deductivo, dado que este abre un proceso analítico sintético mediante el cual se presentan conceptos, definiciones, leyes y/o normas generales de las cuales se derivan conclusiones en la comprobación empírica de las hipótesis de investigación, está, a su vez, recurre a la aplicación de ciertos niveles de profundidad investigativa: nivel exploratorio, descriptivo, analítico y explicativo. La principal fuente de información secundaria son los documentos oficiales sobre población producidos y publicados por la Dirección General de Estadísticas y Censos, DIGESTYC. La estructura poblacional es la cantidad de personas que hay en determinados tramos de edad o grupos etarios y para el análisis esta, se han utilizado indicadores que aportan información para determinar cuál es la estructura poblacional nacional, las tasas más importantes son el Índice de Juventud, el Índice de Envejecimiento y la Relación de Dependencia Demográfica o Dependencia Económica. La aplicación integrada de este grupo de indicadores da como resultado un conjunto de datos relevantes que permiten conocer y caracterizar la estructura poblacional actual y, con la ayuda de las proyecciones oficiales, también permiten pronosticar posibles escenarios poblacionales en el futuro. La clasificación más frecuente de la población es según la edad y el sexo, es así que la estructura por edades y por sexo se refleja en la llamadas “pirámides de población”. También se ha aplicado otros criterios de clasificación, específicamente aquellos que están vinculados directamente con el mercado de trabajo de la población, tales como la población en edad de trabajar, la población desocupada y la ocupada, asimismo la población ocupada por ramas de la actividad económica y la estructura educativa. Estas diferentes clasificaciones empleadas, obedecen a la necesidad de establecer las implicaciones que tiene la estructura poblacional y sus características particulares en el mercado de trabajo. Sin embargo, en función de los cambios que tienen las poblaciones y las transformaciones de su estructura, El Salvador también presenta cambios importantes que se estudian a la luz de la Teoría de la Transición Demográfica, teoría propuesta inicialmente por el demógrafo estadounidense F. Notestein y más recientemente “tropicalizada” o adaptada a las condiciones particulares de Latinoamérica por la CEPAL/CELADE. La Teoría de la Transición Demográfica, trata de una teoría que sostiene que las poblaciones sufren transformaciones que es posible distinguirlas en la medida que se observe en el tiempo el comportamiento de los diferentes grupos etarios, según las etapas identificadas por la Teoría, estas transcurren desde la transición llamada incipiente a la moderada, luego a un estadio pleno para llegar finalmente a la transición demográfica avanzada. Cada una de estas etapas, tiene elementos condicionantes específicos que tienen que ver con el comportamiento de los principales indicadores demográficos: la Tasa Global de Fecundidad y Natalidad, la Tasa Global de Mortalidad y la Esperanza de Vida al Nacer. El Salvador como el resto de países latinoamericanos calza en una de estas etapas. Se ha advertido el ingreso de América Latina al proceso de transición demográfica alrededor de la década de los años sesenta, aunque cabe señalar que no todos los países de la región han entrado y avanzado al mismo tiempo y ritmo. Entre los países que se han quedado a la saga de este –casi- ineludible proceso son, Haití, Bolivia y Guatemala, estos países están caracterizados por detentar altas tasas de fecundidad, natalidad y mortalidad, mientras que la esperanza de vida no tiene mayor incremento; a la avanzada se encuentran Argentina, Uruguay y Cuba; estas poblaciones al contrario de las anteriores, presentan bajas significativas en las tasas de fecundidad y mortalidad, especialmente la primera, mientras que la esperanza de vida se ha incrementado en los últimos años. En las etapas intermedias del proceso se ubica el resto de Latinoamérica, entre ellos El Salvador, país que ha conseguido reducir el “boom demográfico” de los ochenta y ha reducido significativamente las tasas de fecundidad y mortalidad, a la vez que se ha incrementado la esperanza de vida del salvadoreño al nacer, como el descenso de la fecundidad es reciente, el grupo etario predominante es el compuesto por la población joven en edad de trabajar, lo que significa que se ha reducido la relación de dependencia económica, es decir, es la etapa en donde habrá menos cantidad de población en edades no aptas para trabajar (menores de 15 años y mayores de 60) y que dependen de la población económicamente activa (entre los 15 y los 59 años) a esta condición –que lógicamente es pasajera- se la ha denominado “bono demográfico”, pues la población trabajadora estará en capacidad de tener más recurso disponible, lo cual destinar a incrementar su consumo, la inversión y/o ahorro; a la vez, el Estado tiene una menor carga social, lo que aunado a la aplicación de una política pública que fomente el ahorro y la inversión, puede captar importantes recursos que bien administrados habrían de preparar las condiciones de la hacienda pública para enfrentar la siguiente etapa de la transición demográfica, a la cual se encamina El Salvador alrededor del 2045 – 2050. La siguiente etapa es la transición demográfica avanzada, en donde la baja de la tasa de fecundidad habrá disminuido al nivel de reemplazo o menos que la población joven será igualada por la población adulta mayor, mientras que la población en edad de trabajar manifieste una reducción relativa. En este período, la carga social será pesada para el Estado, que deberá enfrentar un mayor gasto en previsión social y salud para la crecente estructura poblacional de adultos mayores. A partir de estos pronósticos y conociendo la experiencia de Europa, es razonable inferir que los cambios en la estructura poblacional habrán de ejercer implicaciones importantes en la dinámica del mercado de trabajo; entre las principales: un desajuste en el mercado de trabajo debido a la sobre oferta, lo que genera deterioro en los salarios reales, dicha situación al no regularse por el mercado mismo, genera que el excedente de oferta de trabajo, inicie pequeños emprendimientos que reditúen algún ingreso con el fin de paliar la falta de salario fijo, de este modo, también se experimenta no solo un alza del nivel de desempleo sino también del subempleo y de emprendimientos al margen de la formalidad y seguridad social. Estas mismas condiciones se profundizan en el sector femenino. Por otra parte, la falta de oportunidades de trabajo decente agudiza el fenómeno de la migración principalmente de jóvenes en edad de trabajar, desde la zona rural hacia la urbana y en gran medida hacia el exterior. En este sentido, se visualizan dos posibles escenarios; en primera instancia, seguir el curso actual y no hacer cambios preparatorios para la siguiente etapa de transición bien, en ese caso, se tendría una situación aun más dramática, no obstante que el país tiene una oportunidad (bono demográfico) para ser aprovechada, el Estado ya tiene serios problemas para cubrir las demandas de diversos sectores de la población, especialmente aquellos cuya manutención está en función de sus pensiones. Ante lo que se recomienda, una pronta intervención del Estado a través de la política pública en tres áreas principalmente: 1) política económica que incentive y fomente la inversión de grandes capitales –preferentemente nacionales-, promover la formalización de la pequeña y mediana empresa, fortalecer a la micro empresa mediante la capacitación – formación y del apalancamiento financiero y/o facilitar el acceso a créditos productivos con bajas tasas de interés (BANDESAL, Banco de Fomento), para volver competitivos sus productos o servicios. 2) política orientada al mejoramiento de la calidad de los servicios sociales básicos: educación – formación, salud y previsión social. El Estado tiene la capacidad de incidir en la calidad del sistema de educación y la educación y formación mismas, como también de incentivar y facilitar a la población joven el acceso a los servicios de educación y formación, por otra parte, el Estado tiene la facultad de promover la salud preventiva sobre la curativa, asimismo, el Estado estable las condiciones laborales y jurídicas del sistema de previsión social, por lo que este debe estar orientado a la protección del trabajador como de aquellos que no cuentan con un empleo formal, a estos últimos, se crearían otras condiciones que faciliten que prevean para su retiro y no sean una carga para el sistema social de salud en el futuro. 3) Gobernabilidad, proveer de un marco institucional y jurídico estable que provea “reglas de juego” claras y estables, lo cual proporciona credibilidad a la institucionalidad, al sistema económico y de justicia, estas políticas, tienen a la base el objetivo de incrementar el empleo formal y decente.

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Demografía, mercado de trabajo

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